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QUÉ DULCE ES
LA NOCHE
Si supieras
qué dulce es la noche
y cómo sus
luciérnagas
se posan en
mis ojos,
con qué
cuidado cierran
en ellos su
penumbra: farolillos
tenues como
vilanos entre yerba,
como aquella
candela que unas manos
que olían a
jabón y a dulce de manzana,
prendían en
las sombras
para que
hubiera algo más que un sapo
silbando en
las noches de mi infancia.
De “La flauta del sapo”
Aurora, es un poema muy dulce y hermoso.
ResponderEliminarUna gran satisfacción leerte.
Un abrazo.
Gracias, Amalia. La satisfacción es mía por tenerte como lectora. Un abrazo.
EliminarQue felicidad saber escribir versos tan hermosos !!!
ResponderEliminarAy, Trimboleriña... Como se suele decir, es ponerse. Un abrazo.
EliminarPerdona Aurora, lo he leído varias veces, me gusta aunque la verdad no lo entiendo.
ResponderEliminarEs (creo) una parte de una Poesía. Leyendola entera, la comprendería mejor?
Saludos, manolo
Hola, Manolo: Un poema no hay por qué entenderlo, gusta o no, nos llega o no, eso es todo. De todas maneras me gusta tu sinceridad. Y te voy a contar en qué está motivado, lo que pasa es que si te lo cuento sólo lo verás a través de mis ojos, no de los tuyos.
EliminarBien, está dedicado a mi madre; pertenece a un poemario que se titula "La flauta del sapo" y que quedó finalista en dos concursos internacionales. Al final, me lo publicaron en Portugal al mismo tiempo que un libro de cuentos traducido al portugués y publicado allí.
El poema habla de la noche, como puedes ver. Cuando era pequeña, vivía en una aldeíta de cinco casas, no teníamos luz eléctrica, ni agua, ni muchas cosas, y de noche yo tenía miedo. Este miedo lo aliviaba al escuchar el canto de un sapo al otro lado de la ventana, me hacía sentir que no estaba sola y que las sombras eran menos espesas. Como mi madre era consciente de mi miedo, muchas veces y hasta que me dormía, me dejaba al lado encendida una vela (una candela), y recuerdo el olor de sus manos, a jabón de lavar y a dulce de manzana que ella misma nos hacía para merendar.
Pienso que todo poema tiene algo de verdad, no se puede escribir desde la pura fantasía. Los míos tienen todos un poso de recuerdos o de lo que sea, pero de verdades o cosas que me pasaron y pasan.
Y el poema es así, no tiene más.
Un abrazo y muchísimas gracias.
Esas manos que olían a jabón y a dulce de manzana, que acunaron nuestra infancia, esas manos, ahora quizá ausentes.
ResponderEliminarNostalgia que homenajea. Un abrazo.
Afortunadamente mi madre, nuestra madre, vive; viejita y frágil, lúcida y buena... Y espero que muchos años aún, que nunca serán bastantes. Lo que pasa es que no huele a jabón porque tiene lavadora ni hace dulce de manzana porque sus niños ya somos casi viejos y a los nietos y bisnietos ya les dan merienda sus papás. Pero sus manos siguen ahí, dispuestas para regalar siempre su amor.
EliminarUn abrazo y muchas gracias.
El toque rural de estos versos destila esa luz que algunos hemos vivido intensamente en nuestra infancia Aurora.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz domingo "miguiña"
¿De qué escribiríamos tú y yo sin la Naturaleza? ¿Tú crees que tendríamos alguna idea? Lo dudo. Supongo que nos ha impregnado con su magia, con sus misterios y con la belleza de sus estaciones.
EliminarUn abrazo, miguiño.
Aurora, es precioso. Las manos enseguida me di cuenta, que te referias a las de tu madre, tengo una poeta en la familia y algunas veces dice cosas tan bonitas como las tuyas. Muchos besitos.
ResponderEliminarEntonces ya sabes interpretar muchas cosas. Lo de tener una poeta en la familia es como tener casi un milagro, y no lo digo por mí, desde luego.
EliminarUn abrazo, Teresa.
Tiene un don para plasmar en versos esos aromas y sabores de la infancia, sensaciones que usted traduce en palabras que contienen la misma delicadeza del propio recuerdo.
ResponderEliminarFeliz domingo
Bisous
Merci madame. Es usted muy gentil y agradezco el cumplido. Feliz domingo y semana.
ResponderEliminar¡¡hermosooooo! una sensibilidad a flor de piel que toca cerca...
ResponderEliminarMis saldudos
Hola, Adelfa, muchísimas gracias. Un abrazo.
ResponderEliminarPara mí, estos versos destilan necesidad de olvidar lo malo , cerrar los ojos disfrutando de las imagenes bellas que nos pueden hacer sentir felices.
ResponderEliminarEsa es la lectura que yo hago de tus versos, querida Aurora, tal vez equivocada, no lo se, pero lo vi así
Te mando un abrazo y feliz tarde de domingo
Fina
Muchas gracias, Fina. Cada lector hace su lectura. La poesía no son matemáticas. Un abrazo y muchas gracias.
ResponderEliminarEsas manos, esas luciérnagas, ese canto del sapo, la luz de la vela, todo cerrándose en un abrazo y una nana de amor para que la niña durmiera, no puede más que desembocar en poesía. Poesía que se hace oír alto y con respeto en estos tiempos donde tantos quieren que empiece una larga noche donde el corazón niño de la humanidad no tenga derecho al sueño ni mucho menos a la POESIA.
ResponderEliminarMi abrazo Poeta!!!
Al corazón niño de la humanidad lo han corrompido con cuentos. Empezamos a saber todos los cuentos:
ResponderEliminarSÉ TODOS LOS CUENTOS (León Felipe)
Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
Que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan
con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos.
Cuando empezamos a saber todos los cuentos, irremediablemente o nos corrompemos o gritamos con la misma voz ronca y "poco apropiada para un coro". Pero si aún quedan poetas que sepan expresar la belleza de sensaciones que viven en su mente como recuerdos imborrables, si aún la vida está sujeta a sus propias leyes a pesar de todo, es posible que, de nuevo, la poesía salve al Hombre.
Un abrazo, señor filósofo y muchas gracias.
Aurora, aromas que se cuelan en la noche donde titilan las luces de la infancia tan lejanas en el tiempo y tan cercanas en la nostalgia. Habitantes perennes de ese paraíso perdido que llega siempre con sus sabores melifluos.
ResponderEliminarEs un placer renovado leer tu maravillosa poesía.
Un abrazo
Qué puedo decirte, Felicidad. Eres siempre tan generosa que apenas me quedan ya palabras para agradecer tanta gentileza. Un abrazo.
ResponderEliminarMe recuerdo de mis días ambrosías sin dudas
ResponderEliminaralgo que nunca deja de ser dulzura para mi corazón...
saludos!
Siempre, de lo contrario la infancia no tendría razón de ser. Una infancia feliz, con amor y cuidados, consigue seres humanos equilibrados... más o menos. Un abrazo, Meulen. Gracias.
ResponderEliminarQue ternura, la mirada diàfana e inocente de la infancia, llena de luz cada uno de tus versos.
ResponderEliminarUn abrazo Aurora.
Muchas gracias, Adriana. Un abrazo.
EliminarBonita Naturalisa, soy de Venezuela
ResponderEliminarMuchas gracias y bienvenida. En Venezuela tenéis unos de los paisajes más bellos del mundo. Un abrazo.
ResponderEliminarDulce la noche y dulces estos versos de dulce infancia.
ResponderEliminar¡Ay esas manos con olor a cariño...inolvidables siempre!
Abrazo Aurora.
¡Esas manos, Jerónimo, con la calidez del amor! Inolvidables siempre, tienes razón.
EliminarUn abrazo y muchas gracias.
Entra a mi blog cuando quieras.
ResponderEliminarLo haré, no te quepa duda, a mi vuelta. Un abrazo.
Eliminar¡Qué bonito poema!
ResponderEliminarLas noches de los más pequeños, llenas de miedos y silencios, que se alivian con la presencia de una madre, calmando al fantasma de la oscuridad. Me ha gustado muchísimo. Un abrazo
Cuántos fantasmas nos alejan, incluso cuando somos mayores. Un abrzo, Lumi y muchas gracias.
EliminarEntendí muy bien por donde corren tus palabras
ResponderEliminarporque me recuerda mi infancia en el campo...
noches inolvidables a la luz de las velas o mecheros...
saludos!
La infancia, Meulen... ese locus amoenus al que tenemos la dicha de poder volver siempre. Gracias, un abrazo.
ResponderEliminarSí Aurora, todas esas vivencias permanecerán siempre en nuestro recuerdo, como los coloridos del campo, la brisa en la noche, los aromas; sueños de la infancia y también de la juventud que hoy nos llenan de añoranza. Un precioso poema de luz, de luciérnagas y sapos cancioneros despertando en el alma y en el cuerpo todas las bellas sensaciones de dicha y de amor.
ResponderEliminarPor cierto, falta el grillo en el dulzor de la noche. ¡Inolvidable!. Yo los cogía siempre de niño. Te envío un abrazo.