Amigos blogueros, siempre tan fieles, para agradeceros vuestra presencia, os regalo estos tres párrafos de La madriguera.
A Matilde le parecía que aquellos dos seres no eran carne de su carne;
las quería aunque no pudiese soportarlas y aunque no se sintiese capaz de
enderezar sus mentes obtusas ni sus corazones emponzoñados. Sabía que la
miseria era la raíz de todos los males: cierto retraso mental y un carácter
huraño y cicatero.
Son juegos entre Daniela y yo, tan pueriles que a veces me producen risa
y a veces, enfado. Pero también entretengo mi aburrimiento con cosas así. Estas
situaciones me dejaban un sabor de poder, en el fondo amargo, y tan mezquino
como el más mezquino de los poderes, pero me distraen de tanta rutina, de tanto
esperar a mañana sin que mañana sea diferente de hoy. El mío es un mundo sin
perspectiva, plano, acromático.
M. Dubois cerraba su bistrot y se jubilaba de aquella vida entregada a
servir cafés y cervezas (y vasos de leche a pintoras hambrientas). Me despidió
con lágrimas en los ojos, como un buen abuelo al que no alcanza para más su
economía y ya no podía ayudarme. Le prometí que le visitaría y así lo hice al
cabo de un par de meses.
Un abrazo en la noche "miguiña"
ResponderEliminarBuenos días, miguiño. Un abrazo.
ResponderEliminarInteresante parece la lectura de "Madriguera" Intuyo que habrá muchas historias dentro de la principal. Un abrazo.
ResponderEliminarMe dicen quienes la leyeron que es una novela con muchos matices. Un abrazo.
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