Hace años, cuando Mecano cantaba "Hijo de la luna", se me ocurrió este cuento, porque ¿qué le pasó al niño una vez que el gitano lo abandonó en el monte y la luna "menguó para hacerle una cuna"?
Se lo dedico a nuestro amigo, Cristóbal Blanco, músico y tenor, de quién tomé el nombre del protagonista y que tantas veces nos deleitó con sus conciertos.
EL HIJO
DE LA LUNA
Luego se hizo al monte
con el niño en brazos
y allí le abandonó. José María Cano
El gitano había abandonado al niño
en el monte bajo la mirada atónita de la luna llena, que redujo su luz hasta el
menguante para acunarlo en su desamparo. En lo sucesivo, lo
alimentó con leche de almendras y miel hasta que fue demasiado mayor para vivir
con ella en la oscuridad de la noche.
Navaja de Taramundi |
Cristóbal cantaba en vez de hablar y no fue fácil que aprendiera a expresarse en tono de discurso y no de canción. Sus tutores decidieron que estudiase piano, porque sus dedos tamborileaban sobre cualquier cosa a la que pudiera arrancar algún sonido.
El muchacho, cada noche de luna llena, salía al jardín y se tendía desnudo sobre el césped. Parecía una estatua a la que el claro de luna ponía un barniz marmóreo. Volvía al dormitorio inundado de luz y música. Al día siguiente la escribía y la interpretaba en el piano, como si la hubiese practicado durante meses. Despuntaba ya el talento que los dioses conceden a sus elegidos.
Muy joven aún, alcanzó la perfección del
virtuosismo, pero los conciertos no satisfacían sus inquietudes. Su cabeza era
un hervidero de melodías y deseaba crear
más que interpretar, por lo que componía piezas admirables, cuya inspiración nacía de las
sensaciones impresas en su mente en las noches en las que la luna llena
lo miraba, y en las que seguía bañando su desnudez de hombre, igual que cuando
era niño en el hospicio.
Todo transcurrió según el
curso normal de las cosas hasta que llegaron ellos, los gitanos: fue una tarde de hielo y
sombras, con luna temprana sobre el cielo de enero, entre el bullicio de la
fiesta de la Epifanía. Eran dos, él y ella. Él, gitano viejo, oscuro, arrancaba
perezosos lamentos a una trompeta. Ella mendigaba por la acera haciendo sonar
algunas monedas dentro de un cuenco desportillado.
Desde la altura de la
ventana, a Cristóbal le pareció una niña aún, toda esculpida en bronce y
andrajos, con la trenza negra sobre la espalda y coronada con una peineta de plástico y oropel. Contemplaba
su figura ir y venir entre la gente, mientras oía aquella música de viento y
metal, rota por la desgana del gitano.
La niña levantó sus ojos
hacia la ventana y le sonrió:
—Una moneíta, zeñorito,
que Dio ze lo pagará.
Y él, que no tenía un
céntimo, le regaló su cuchillo de plata; ella lo recogió al pie de la ventana y lo guardó con gesto de
urgencia bajo los pliegues de la toquilla.
—Mala zombra
tienez, mi niño...Un cuchiíto pa cortá la noche.
En aquel momento, Cristóbal oyó la
llamada de la luna, se fue tras los vuelos de su falda y los dos pusieron calor
al relente al amparo de las paredes del monasterio. Ella le dictó cada acorde
de su nocturno, desde sus pupilas como negros espejos en llamas, mientras
él vaciaba el manantial gris de los
suyos en su cuerpo de humo y canela.
Cristóbal anduvo los
caminos de la gloria, huyendo siempre del tumulto de aduladores que le crecían
por las esquinas, más austero cuanto más rica era su música, hasta que sus
inquietudes de viajero errante lo arrastraron a recorrer países desconocidos.
En todos ellos desnudó su piel bajo el plenilunio, como un ancestral recuerdo que no sabía explicarse.
Algunos años más tarde,
cerca de una ciudad húngara, de la que se alejaba después del estreno de una de
sus sinfonías, para complacerse en su soledad,
se encontró con una espesura de árboles
ribereños en la que se abría un claro
fresco de hierba y sombra. Antes de percibir el olor de la hoguera,
llegó a sus oídos el mismo lamento de trompeta que había escuchado bajo la
ventana de su estudio: tras el toldo mugriento del carromato, la gitana, menos niña pero con la misma piel canela, atizaba
la lumbre bajo el puchero, cerca del gitano que lanzaba su queja al aire,
partido en dos por un puro lamento de trompeta. Más allá, sentado sobre las
piedras redondas de la ribera, un niño
desnudo, "albino de luna", mojaba sus pies en el agua, mientras distraía su
silencio afilando una rama de aliso con un cuchillito de plata.
FIN
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FIN
Los ciclos de la vida es uno de los misterios más profundos de la humanidad...
ResponderEliminarUn cuento tan, pero tan bello que me cerró la garganta de emoción.
Besos
Un cuento, pero como todos los cuentos, tiene algo de verdadero. Muchas gracias por leerlo, La novia. Un abrazo.
EliminarUn cuento realmente precioso.
ResponderEliminar¡¡Gracias!!.
Un beso.
Gracias a ti, Amalia, merece la pena publicarlos con lectores tan amables. Un abrazo.
EliminarY, claro, tenía que ser así, un "hijo de la luna, el que al final apareciera en tu relato, porque a ello nos iban conduciendo tus letras con tanta sencillez.
ResponderEliminarUn abrazo "miguiña"
Un abrazo, miguiño, en realidad es el "nieto de la luna" , "albino de luna" como Cristóbal, como corresponde.
EliminarPero que bonitoooo ... !!
ResponderEliminarEres genial Aurora.
Besicos de admiración.
jajajaja, genial no soy, amiga Trimbolera. Soy una cuentista, me encanta escribir cuentos, todos los que he publicado aquí ya están publicados en dos libros, uno en gallego y otro bilingüe, en gallego y portugués. He tenido mucha suerte con ellos, y estoy agradecida a un editor portugués que, hace años, pasó por LibrOviedo, vio mi libro de cuentos, le gustó y se puso en contacto conmigo para traducirlo al portugués y publicarlo en Lisboa. Se vendió más allí que aquí.
ResponderEliminarUn abrazo y mimitos a la pequeña.
El eterno retorno o la fatalidad de los nómadas.
ResponderEliminarBesos.
También. De todos modos, pocos nómadas quedan, ni siquiera tuaregs. Y los gitanos han ido integrándose en la sociedad paya. Yo aún recuerdo sus carromatos por los caminos, su miseria, el frío, las enfermedades... y su rapiña. Entiendo que a veces era la única forma que tenían de comer.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Como me gustan las cosas que publicas en tu blog! Eres genial
ResponderEliminarTenemos que guardarlo para cuando Inés sea grandecita, para que se ría de las dos.
ResponderEliminarUn abrazo. Y no soy genial.
En la mañana se borró por completo el comentario que había escrito ja ja ja. Bien ya me repuse del disgusto y escribo de nuevo. Más o menos interpretaba la complicidad que hay en el relato de los elementos femeninos del universo para procurar la continuiadad del ciclo de la vida. La luna es un símbolo femenino que se involucra en casi todos los rituales culturales de la reproducción humana. También a modo de acordes gráficos figuran los elementos de la mitología gitana como el cuchillo de plata, la rueda, la moneda, la falda. Son muchos los seres especiales que surgen de la orfandad y en su saga de vida les persigue como leimotiv el germen de su nacimiento el cual llega como cifra de saldo o de cierre de balance al final de la historia, habiendo cumplido o llenado alguna virtuosidad, la música en este caso. Cristóbal víctima del desamor se redime en la luna y su sublimación que es la música, sendas que lo conducirán al corazón y con ello a reparar la línea de la continuidad de la vida que estuvo a punto de romperse con su desgracia. Toda una confabulación femenina que entreteje los elementos hasta equilibrar de nuevo la posibilidad de la vida.
ResponderEliminarAbrazos Escritora!!!
Si a mí me pasa eso, me da una rabia... Bueno, ves tú más en mi cuento que yo misma, por fortuna porque, si tengo que pensar en todo eso mientras escribo, me temo que el cuento no sería un cuento, y que me perdería en disquisiciones absurdas y que, en fin, no me veo siendo tan reflexiva ni tan analítica. Por eo escribo, para inventar cosas y para que luego personas con tu capacidad digan esas cosas u otras sobre lo que escribo. Supongo que, incoscientemente, el escritor, al margen de que sea mejor o peor su calidad literaria, intuye y refleja lo que tú dices. Me ha pasado lo mismo con mis libros de poesía, que cuando algún "estudioso" ha hablado sobre ellos, me ha sorprendido tanto que una disección tan detallada me hacía pensar que no hablaban de mi obra.
ResponderEliminarY muchas gracias, ya veo que tienes una cultura considerable, lo que es de agradecer, porque la mía es bastante superficial, aunque soy una buena lectora.
Un abrazo, señor crítico tan magnánimo.
Excelente relato, amiga Aurora. Después de la perfecta exposición que tu seguidor Aristos hace sobre él, nada tengo que decir, sólo felicitarte, y también a Aristos por su grado de conocimiento.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Fina
Muchas gracias, Fina. Cualquier comentario y cualquier observación sobre lo que escribo, lo agradezco. También tu atención y tu lectura, por supuesto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y en las noches
ResponderEliminarque haya luna llena
será porque el niño
esté de buenas.
y si el niño llora
menguará la luna
para hacerle una cuna.
y si el niño llora
menguará la luna
para hacerle una cuna.
A MI TAMBIEN ME LLEGO MUCHO ESTA CANCION.
Muy buen post y recemos y pidamos a Dios porque ningún niño en este mundo sufra, ese es mi deseo...siempre lo ha sido.
Mi abrazo para ti con mucho cariño.
mar
Así debería ser. Somos responsables de lo que les pase a los niños. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Aurora:
ResponderEliminarLa luna y su influjo siempre formó parte de nuestras vidas. También hoy si cabe, formará parte de la mía por este precioso relato.
Te envío mis saludos escritora y gracias también por el comentario en mi blog. Un abrazo cordial. Juan
Muchas gracias, Juan. Es cierto, la luna, y no sólo en sentido romántico, fue parte y sigue siéndolo del devenir de la humanidad. Mareas, siembras y cosechas...
EliminarYo agradezco tu saludo, tu paso por "mi casa poética" y tu comentario. Un abrazo de escritora a escritor.
Aurora:
ResponderEliminarUna muy buena historia, que esconde ciertos símbolos ajenos a mis conocimientos.
Aristos me ha ilustrado algo sobre el tema; aunque, yo vi poesía en el relato y la magia en ese nieto de la Luna.
Debo decir que me gustó leerlo y mas aun su remate.
Un gran abrazo.
Hola Arturo (como una de las estrellas más brillantes del cielo del invierno boreal), casi nada.
EliminarAristos nos ha ilustrado a todos, a mí, la primera. Siempre he pensado que cuanto más se sepa de las cosas, mejor. Pero también es cierto lo que tú dices, además mi estilo es siempre lírico, algo que forma parte de mi voz poética... qué le voy hacer.
Gracias por andar por ahí. Un abrazo.
Excelente relato querida Aurora, hay que ser muy culta para poder seguirte porque hay temas que escapan a mi dominio, igualmente pude disfrutar de la trama con descripciones perfectas y muchos pasajes emotivos.
ResponderEliminarTe felicito Aurora.
Un beso grande.
Pd Gracias por todas las palabras bonitas que me dedicas, sabes me emociono... me alegra que te gusten mis humildes aportes. Soy una maestrita frustrada.
Cariños
Muchas gracias, mi buena amiga. No hace falta ser culta para seguirme porque yo tampoco lo soy. Lo que me ocurre es que aprovecho todo lo que me interesa con más o menos acierto. Yo también soy una maestra frustrada, pues sí tengo el título pero nunca ejercí. Casi mejor porque no sé si sería una buena maestra y es trabajo de gran responsabilidad.
ResponderEliminarUn abrazo y, con lo que nos enseñas continuamente de forma tan generosa, nos basta.
Un precioso relato muy bien narrado.
ResponderEliminarPosee todos los elementos necesarios para hacerlo mágico:los gitanos,la luna,la música,la noche...
Mi enhorabuena Aurora.
Saludos.
Gracias, Jerónimo. Ahora, por fortuna para ellos, los gitanos, esa magia pasó a la historia y la mayoría están integrados en la sociedad paya, con sus propias costumbres... más o menos.
ResponderEliminarSaludos desde Asturias.
Desconocía tu blog, Aurora, y me ha encantado tu relato, y es que tiene toda la magia de la luna, la noche, la música, los gitanos... y tu desbordante fantasía y buen hacer.
ResponderEliminarUn abrazo, y un muy feliz año recién estrenado.
Bienvenida, Ángeles, es un placer y un honor tenerte por aquí. He echado un vistazo a los tuyos, ya los miro con más detenimiento, pero son mágicos, impecables en su presentación. Leeré con atención, no lo dudes.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz año también.
Aurora, una precioso cuento de plata.
ResponderEliminarDonde escuchamos su música mientras nos adentramos en la trama seductora y mágica a la vez. Poesía que navega entre acordes bajo el influjo de la luna, tan dominadora ella de mares y ánimos, de tristezas y de amores, de soledades y de vida.
Me es muy grato pasar la tarde del domingo a la luz de la luna de tus cuentos.
Un abrazo
Muchas gracias, querida amiga. Así nos parece la luna, ese astro que no es más que un trocito de la tierra que hace miles de años se desgajó hacia la libertad de los cielos.Al menos ésa es una de las teorías, tan posible como cualquier otra. Pero como no hay nada demostrado, me quedo con ella por simple interés personal.
ResponderEliminarY tú sí has escrito un "tratado poético" sobre la luna: "dominadora de mares y ánimos, de tristezas y de amores, de soledades y de vida" Pues sí, eso y más es la luna lunera.
Un abrazo.
Aurora para mí sí eres culta y estudiosa, te gusta saber e interiorizarte sobre diversos temas. Además eres maestra recibida, yo te cuento que estudié de profesora de castellano, literatura y latín... pero llegué hasta 3er año. No me recibí.
ResponderEliminarUn beso querida amiga y gracias por estar siempre y por dedicarme tu tiempo, tus palabras tan alentadoras, tus ganas de enseñar... a mi me aportan muchisimo.
Abrazos
Muchas gracias, Luján. Creo que se trata de un intercambio, todos aprendemos de todos, yo de también de ti, y mucho, aunque te parezca mentira. Una persona con tu fina sensibilidad, es siempre un ejemplo y un espejo en el que mirarnos.
ResponderEliminarUn abrazo y las gracias, a ti.
¡Una belleza, Aurora! Me recordó a mi amado F. G. Lorca y sus lunas.
ResponderEliminar¡Felicitaciones por tu cuento!
Muchas gracias, Marta. Efectivamente, Lorca tuvo la luna como inspiración con frecuencia. Y la luna de los gitanos, aunque él siempre dijo que no era el poeta de los gitanos. Pero nunca se sabe por dónde va a ir la poesía.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Marta. Efectivamente, Lorca tuvo la luna como inspiración con frecuencia. Y la luna de los gitanos, aunque él siempre dijo que no era el poeta de los gitanos. Pero nunca se sabe por dónde va a ir la poesía.
ResponderEliminarUn abrazo.