Petite chapelle, París 2005.- Foto propia |
PARÍS
Siempre que voy a
París
echo de menos mis macetas de albahaca.
Si es en invierno sé que florecen con unas extrañas
flores de lana y papel.
Si es en verano, cultivo en ellas también sombreros
y girasoles.
Sólo el otoño en París
me permite embriagarme con la luz de Montmartre.
Mi albahaca nunca florece en otoño,
se entristece
conmigo paseando los Campos
Elíseos
y escuchando ¿te acuerdas? la voz de aquel niño.
...mon pauvre enfant,
ta voix dans le Bois de Boulogne!*
*Âme, te
souvient-il.- Verlaine
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