http://www.fotocommunity.es/pc/pc/display/25491901 |
AUSENCIA DEL PÁRAMO
Cuando María de la Consolación vio lo que
había parido, con un esfuerzo apenas mayor que un hipo, mandó llamar de
inmediato a don Inocencio, el cura, para
que lo bautizase de urgencia, antes de que se apagara el débil pulso que hacía ondular
las costillas del recién nacido con un tic tic
tan débil como un suspiro de gorrión. Era preciso apurarse para evitar que
al niño, en vez de habitar este valle de lágrimas o irse directamente al cielo,
se lo llevasen los ángeles al limbo por toda la eternidad.
Su padre se sintió profundamente avergonzado
en la ventanilla del Registro Civil, pensando en el nombre que se había puesto
a su hijo bajo el agua perentoria de un bautismo apresurado, y pensó que quizá
viviría poco porque, a su endeble personita, habían añadido un nombre que, si el niño conseguía sobrevivir, no era lo más adecuado para su futuro. En el páramo, los
nombres cobraban un significado concluyente respecto a la persona, y ésta lo
arrastraba toda la vida como una carga o como un estandarte victorioso. Ausencia no parecía nombre de cristiano y menos de chico, pero Rodolfo del Páramo ya no
tenía más remedio que registrarlo así, porque el cura, mientras echaba agua
bendita sobre su cabeza, indiferente al débil llanto del niño y a su lucha,
dijo el primer nombre que se le ocurrió. Ausencia no parecía un buen augurio.
Contra
todo pronóstico, Ausencia creció aprisa. Largo como una planta en busca de luz,
espiritado y frágil, parecía vivir permanentemente en un angosto cubículo de
cristal, por cuya abertura mostraba la cabeza, grande y calva, a la que asomaban
un par de ojos verdiazules, que parecían implantados allí por equivocación.
www.google.es/search?q=FOTOS+DE+CESTas |
Fue un niño fácil de criar, silencioso,
amable, alegre, sólo tomaba leche y bananas, pero en tan gran cantidad que su
madre debía arrastrar todas las semanas dos grandes cestas llenas, desde el mercado al todo terreno aparcado junto al ayuntamiento, y luego
buscar en la casa un sitio fresco para conservarlas en buen estado. Ausencia, desde
el año cumplido y sin más ayuda que sus manos, las iba pelando y comiendo una a
una, atento a cada bocado, con la parsimonia de un viejo sin dientes que come
un mendrugo de pan.
A los tres años no hablaba pero había
adquirido una extraña habilidad para imitar a los pájaros y, cuando se
ausentaba de la casa camino de los páramos, se le posaban encima con tanta
confianza como si hubiesen encontrado un arbusto escuálido, desprovisto de
hojas, e iniciaban allí mismo su jolgorio, dichosos de que el niño los
transportase sin peligro y sin tener que gastar energías propias.
En el páramo
había cardos en abundancia y semillas de hierba con las que los pájaros saciaban
su voracidad para después despiojarse en el apacible transcurrir de la tarde, o
regresar sobre la cabeza y los hombros de Ausencia a posarse en las ramas de
los árboles del huerto.
google.es/imgres?hl=es&sa=X&tbo |
A los cinco años tampoco hablaba, pero se las
arregló para pedir una flauta. A su padre le pareció una broma del destino pero
su mujer, María de la Consolación, respondió que peor sería si hubiese pedido
un trombón sacabuche, porque no veía a su hijo tocando un instrumento tan
extraño y a ella no le gustaba su
bronca sonoridad; una flauta era más apropiada, o eso pensaba, así que le
trajeron una flauta travesera que el muchacho no sabía por dónde coger. Durante
algunos días, la llevó con él en sus andanzas por el páramo e intentó encontrar
la nota exacta que copiase el canto de los pájaros. Ardua tarea en la que
invirtió todo el día de muchos días, pero nada de lo que salía de aquella
especie de tubo plateado, se parecía siquiera al chillido estridente de un
gorrión.
Entonces, su madre, siempre atenta a sus
necesidades, le buscó un profesor que le enseñó a leer música y a soplar el
instrumento sin inundarlo de saliva.
Sorprendentemente, Ausencia no hablaba, pero leía música en voz alta como un experto. Era para ver la cantidad de horas que Ausencia del Páramo dedicaba al aprendizaje, con tal entrega que a los nueve años parecía un virtuoso, y tenía a la flauta tan hechizada que ésta dejaba pasar a su través el aire sin que la soplase. Nada más que ponía sobre ella sus dedos, la flauta dibujaba melodías que el muchacho apuntaba en cuanto papel caía en sus manos, así que en pocos meses no había forma de encontrar en la casa una cuartilla limpia ni un folio sin pentagramas.
Sorprendentemente, Ausencia no hablaba, pero leía música en voz alta como un experto. Era para ver la cantidad de horas que Ausencia del Páramo dedicaba al aprendizaje, con tal entrega que a los nueve años parecía un virtuoso, y tenía a la flauta tan hechizada que ésta dejaba pasar a su través el aire sin que la soplase. Nada más que ponía sobre ella sus dedos, la flauta dibujaba melodías que el muchacho apuntaba en cuanto papel caía en sus manos, así que en pocos meses no había forma de encontrar en la casa una cuartilla limpia ni un folio sin pentagramas.
Cuando pasaba el camión de la basura, las
partituras revoloteaban entre remolinos de inmundicia, como fantasmas de
veleros que habían llegado a tierra firme y, en vez de navegar, volaban. Las
partituras, al llegar al vertedero, dejaban escapar sus hilos de música bajo
los picos de las gaviotas, y éstas y las ratas, volvían a esconderse en sus
guaridas sin atreverse a asomar a la superficie por lo extraño que se había
vuelto el lugar. El basurero se transformó en un paraninfo musical al que llegaron multitud de expertos para estudiar un fenómeno que nunca habían visto
en ninguna parte. Se inundó de música, de melodías que parecían venir de otros
mundos.
Gracias a eso, ni ratas ni gaviotas volvieron
a asomar al vertedero. Muertas todas, hechizadas o hambrientas, formaron parte
para siempre del sustrato de la tierra y Ausencia del Páramo fue visto con ojos
experimentales, pura ciencia y cálculo, y cambió la forma de tratarlo, pues era
preciso que viviese para estudiar qué fenómeno resultaba ser Ausencia. Su deformidad
dejó de ser ridiculizada y asombró a todo el país por los buenos ingresos que
procuraba a los estudiosos de prodigios. No quedó cadena de televisión, ni
radio, ni periódico, ni página virtual, donde Ausencia no tuviese su
referencia.
A los catorce años, Ausencia no había dejado de
crecer. Lo hacía, con terca precisión, a diez centímetros por año. Bajo su piel
macilenta se edificaba un conglomerado de andamiajes que solo parecían
destinados a sostener la cabeza, perfecta en su anatomía, pero enorme, cuyo
cráneo brillante y calvo guardaba un cerebro especialmente estructurado para
las Matemáticas y la Música. Crecía como un hilo sin consistencia y la cabeza
parecía una bola de cristal mal acoplada sobre sus hombros.
Sus padres, María de la Consolación y Rodolfo del Páramo, decidieron llevárselo lejos, donde nada ni nadie pudiese molestar a su hijo. Además, calculaban, si en diez años había crecido un metro, si ahora mismo medía metro noventa, les daba terror pensar que, a los veinte años, mediría dos cincuenta, ¿y a partir de ahí…? Estaban muy preocupados y Ausencia no era feliz con tanto manoseo y tanta prueba, así que decidieron volver a llevarlo a casa, a corretear por los páramos donde el límite era el cielo, y a tocar su flauta travesera.
Sus padres, María de la Consolación y Rodolfo del Páramo, decidieron llevárselo lejos, donde nada ni nadie pudiese molestar a su hijo. Además, calculaban, si en diez años había crecido un metro, si ahora mismo medía metro noventa, les daba terror pensar que, a los veinte años, mediría dos cincuenta, ¿y a partir de ahí…? Estaban muy preocupados y Ausencia no era feliz con tanto manoseo y tanta prueba, así que decidieron volver a llevarlo a casa, a corretear por los páramos donde el límite era el cielo, y a tocar su flauta travesera.
Sin embargo, la felicidad duró poco y alguien
más sibilino que los demás, convenció a sus padres de que sería bueno para el
muchacho salir de su casa, conocer mundos nuevos, aceptar con naturalidad sus
defectos y, de paso, hacer subir la audiencia en todos los medios, algo que no sólo lo haría rico, sino que también serviría para el progreso de la Humanidad.
A los dieciséis años daba conciertos en todos los paraninfos del país y hacía cálculos complejos con mayor rapidez que cualquier calculadora electrónica; a los dieciocho, se lo disputaban cincuenta cadenas de televisión y sus padres lo llevaron a vivir a la capital. Pero Ausencia pensó que aquello era un horror, así que volvió al páramo y salió a acompañar sus conciertos con los pájaros, metido hasta las rodillas entre las duras hierbas de la llanura, dejando a su flauta libre de interpretar la música que quisiera y mirando los ocasos con sus ojos como mares sin olas.
A los dieciséis años daba conciertos en todos los paraninfos del país y hacía cálculos complejos con mayor rapidez que cualquier calculadora electrónica; a los dieciocho, se lo disputaban cincuenta cadenas de televisión y sus padres lo llevaron a vivir a la capital. Pero Ausencia pensó que aquello era un horror, así que volvió al páramo y salió a acompañar sus conciertos con los pájaros, metido hasta las rodillas entre las duras hierbas de la llanura, dejando a su flauta libre de interpretar la música que quisiera y mirando los ocasos con sus ojos como mares sin olas.
fotomurales/cabeza-humana-con-engranajes |
Desde cualquier sitio se le veía llegar
porque su cabeza se había vuelto más transparente y todo el mundo pudo ver que
su cerebro estaba lleno de tornillos diminutos, de chips y de ruedecillas de
engranaje. El páramo se llenó de apartamentos, que las empresas de turismo
alquilaban a los turistas, para que éstos
pudiesen descansar después de las largas caminatas que tenían que dar para ir
tras Ausencia, que intentaba esconderse de tanta curiosidad. Empezó a sentirse
infeliz otra vez.
A los veinte años, su cabeza no tenía un
tornillo en su sitio, dejó de comer bananas, dejó de crecer y una tarde
improvisó sobre las landas su último concierto. Llegaron todos los pájaros
desde el pasado y algunos del futuro se atrevieron a traspasar el límite de la
realidad. Ausencia se dobló sobre sí mismo, miró por última vez la llanura,
dejó que las aves poblasen toda su anatomía, se abrazó a su flauta y se quedó
dormido en un sueño infinito.
Su madre, a fuerza de pragmatismo, pensó que
era un alivio que aquel hijo hechizado desapareciese antes que ella porque no
estaba claro que Ausencia pudiese sobrevivir solo entre tantos seres distintos
a él, entre tanto egoísmo, en un mundo que hacía dinero a costa de cualquier
cosa o de cualquier persona, porque María de la Consolación sabía que su hijo
era normal, que los diferentes eran los otros.
Cuando fue a amortajarlo, se encontró con un
millón de mariposas blancas sobre la sombra que había dejado su cuerpo y con otro
millón de mariposas iguales, como clones alados, revoloteando en una danza cósmica, que lo elevaban sobre las nubes y lo hacían desaparecer más allá
de lo visible. María de la Consolación estaba segura de que Ausencia había
vuelto con los suyos.
FIN
Bueno, pues sí, me hiciste disfrutar con tu cuento de Ausencia, al que vas llevando en esa "peripecia", que es la vida, desde su nacimiento a su muerte, en un relato interesante y con múltiples aspectos que detallas minuciosamente.
ResponderEliminarMuy bonito para ser un cuento, Aurora, felicidades. (¡ya quisiera yo escribir así!...)
Un abrazo y que tengas una linda semana.
¿Para ser un cuento? ¿Hay algo en la vida que no sea un cuento? Decía León Felipe en uno de sus poemas: "Me sé todos los cuentos... la vida del Hombre la amasaron con cuentos, la cuna del Hombre la mecen con cuentos" Bueno, algo así que mi memoria flaquea.
ResponderEliminarLos cuentos aparecen porque hay que contar lo que pasa, a eso se añade lo que no pasa o no es probable que pase, y entonces ¡voilá! nace la literatura. O nace un cuento o un delirio como el de Ausencia.
Son formas de verlo, miguiño. Nada más.
Un abrazo.
¿Para ser un cuento? ¿Hay algo en la vida que no sea un cuento? Decía León Felipe en uno de sus poemas: "Me sé todos los cuentos... la vida del Hombre la amasaron con cuentos, la cuna del Hombre la mecen con cuentos" Bueno, algo así que mi memoria flaquea.
ResponderEliminarLos cuentos aparecen porque hay que contar lo que pasa, a eso se añade lo que no pasa o no es probable que pase, y entonces ¡voilá! nace la literatura. O nace un cuento o un delirio como el de Ausencia.
Son formas de verlo, miguiño. Nada más.
Un abrazo.
FELICIDADES QUERIDA AMIGA
ResponderEliminarGRACIAS POR VENIR A SALUDARME EN ESTOS DIAS TAN ESPECIALES PARA TODOS.
UN CARIÑOSO SALUDO.
BESOS Y ABRAZOS.
PD ESTOY CON POCO TIEMPO EN ESTOS DÍAS PERO YA PASARÉ A LEER DESPACIO TUS RELATOS MARAVILLOSOS QUERIDA AURORA.
SALUDITOS
No te preocupes, hay tiempo. Mis cuentos no van a echar a volar, qué más quisiera yo... que les naciesen alas.
EliminarUn abrazo.
PASO A SALUDARTE!! FELIZ AÑO PROXIMO!!!
ResponderEliminarGRACIAS POR ESTAR!
UN ABRAZO
LIDIA
Lo mismo para ti. Es un placer leerte, que no te quepa duda. Y tus versos en la voz de Santiago Liberal suenan muy bien.
EliminarUn abrazo,
Lindo, por momentos triste pero al final la vida es así.....y lo que creamos también....de lo bueno y lo difícil...lo importante es compartir.
ResponderEliminarUn abrazo enorme y lleno de cariño.
mar
Pues sí, Mar... La vida es así. Nos enseña todas sus caras, sólo hace falta estar atento y siempre, siempre, mirarla de frente.
EliminarUn abrazo y hasta siempre.
Querida Aurora... Extasiada, sin palabras, inmersa en tus líneas y en tu relato que tanto, tanto me ha gustado. Me has hecho sumergirme tranquila e impaciente, como a mi me gusta leer, sin fisuras y disfrutar de tu imaginación y de esa maravillosa pluma que acurruca y hace soñar.
ResponderEliminarEstoy impresionada y considero tu relato como mi regalo de Navidad.
No suelo poder visitaros mucho El mundo bloguero me apasiona pero es tan extenso... hasta el infinito y mucho más) pero te aseguro que volveré siempre que pueda y con tu permiso, cuando esté de regreso, grabaré tu relato que tanto me ha llegado y que ya forma parte de mi formación como ser humano.
Ausencia, casualmente, forma parte de mi pasado, de una amiga perdida en el camino sin saber porqué, aunque ella tuviera sus razones, y a la que sigo añorando. Quizás, a raíz de tu relato, la busque y la abrace de nuevo.
Me han dicho que esté atenta a las señales de mi vida y no deje pasar ni una... Sonrío contenta de encontrarte.
Un mega abrazo agradecido y admirado.
Es un honor, Beatriz, que lo consideres un regalo. Si te apetece publicarlo en tu blog, puedes hacerlo.
EliminarAusencia, tienes razón, es una metáfora, puede ser tu amiga, no lo dudes, y nada me agrada más que haber llegado de esta forma al alma de alguien porque eso es la escritura, un mundo extraño, en el que, a veces, no sabemos dónde llegamos ni quién nos lee, ni lo que representa lo que escribimos para nuestros lectores.
Y tienes razón, en la vida hay señales que no debemos dejar escapar, la cuestión es saber percibirlas. No todo el mundo tiene esa capacidad, creo que los que las tenéis sois unos privilegiados, unos "elegidos de los dioses" como diría Mrguerite Yourcenar en "Memorias de Adriano".
Estoy encantada de haber "tropezado" contigo. Contigo y con tanta gente que puebla este mundo virtual y al que, si bien le faltan muchas cosas, abunda de otras, como es una percepción especial de la vida y el mundo.
Un abrazo igual de grande.
Me ha encantado leer tu estupendo relato.
ResponderEliminarLlegas al corazón y eso es algo muy lindo.
Te deseo una Navidad muy feliz.
Un beso con mi afecto.
Muchas gracias, Amalia. Llegar al corazón... no está mal, pero para eso hay que tenerlo, como tú.
EliminarUn abrazo.
Hola amiga, maravilloso relato. Paso a desearte un magico Año Nuevo 2013. Cuidate mucho. Feliz Noche Vieja.
ResponderEliminarFeliz Nochevieja, feliz fin de año y también el próximo y todos los que te quepan en la vida.
EliminarUn abrazo
Aurora, es un cuento que me ha llevado por lo real maravilloso y por una estética poética. Me he sumergido en tus letras y cuando he arribado al punto final, he sentido la desolación de lo que acaba pero la certeza de que el relato nuevamente se abre en el pensmaiento. Y regresamos a los páramos de la vida de Ausencia y excavamos en los niveles de lectura, en las historias que se entretejen entre línea y línea. De los simbolismos, de la condición humana, de la percepción poética del mundo...Un placer disfrutar de tu literatura. Uno d elos acontecimietnos favorables de este 2012 que estamos a punto de despedir. Gracias por compartir tu literatura.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchísimas gracias, Felicidad, por leerme y por ser una lectora atenta. Ausencia, nuestras ausencias, la suya, en fin... Siempre escribimos sobre lo que somos, lo que percibimos, lo que nos ocupa y preocupa. Es la forma de dejar huella en nuestro paso por el mundo porque a todos nos gustaría eternizarnos aunque sabemos que eso sólo es una forma más de entender nuestra existencia. "Hay otros mundos, pero están en éste" En nuestro caso, dentro de nuestras cabezas y, a veces, afloran.
EliminarUn abrazo y mi siempre sincero afecto.
TUS CUENTOS ECHARÁN A VOLAR EN ALGÚN LIBRO QUERIDA AURORA, SI NO LO HAN HECHO YA...
ResponderEliminarFELIZ AÑO AMIGA!!!
LO MEJOR PARA TI
BESOS Y ABRAZOS.
Gracias, amiga; sí, han volado, en gallego y en portugués, ya están publicados.
ResponderEliminarY muy feliz año para ti también. Un abrazo grande.
Hola Aurora, paso a saludarte y comunicarte que ya he guardado tu detalle virtual- esas bonitas hortensias azules, en mi blog "De mis recuerdos", donde acomodo todos estos detalles y otros...
ResponderEliminarTe dejo el enlace por si te apetece pasar:
http://demisrecuerdosymimos.blogspot.com.es/2012/12/hortensias-de-amistad.html
Un beso y feliz año 2013 !!
Un honor que mis hortensias, las que un día ya lejano, plantó mi padre al lado del "cabozo" (granero gallego) y que ahora intentamos cuidar, mis hermanos y yo, con nuestra madre.
EliminarAzules como los ojos encantados de los duendes, allí florecen cada verano sin pedirnos nada, ni agua. Les sirve con la que la lluvia les regala.
Un abrazo.
Precioso como todos. Me encanta con la facilidad que trasladas al papel tus sentimientos. Amiga Aurora mi más cercano deseo de un feliz 2013 en unión de todos tus seres queridos.
ResponderEliminarUn abrazo querida amiga.
Muchas gracias, Diego. Yo también te deseo lo mejor, que te llegue todo lo que te sea bueno ahora y siempre...
ResponderEliminarUn abrazo.
No entiendo como se me ha pasado este precioso cuento!!
ResponderEliminarTengo que repasar "los blogs que sigo" porque algo no va bien.
Aurora, es una gran suerte para mi poder leer tu blog lleno de imaginación y sentimientos, con esos relatos que enganchan y casi no respiro desde el principio hasta el final. Siempre nos acompañarán los cuentos y si no ... qué es el cine ??
¿Y la vida, mi querida Timbolera (que lo uso como nombre propio y seguro que no hay otro igual)?¿Qué es la vida sino un cuento?
EliminarMuchas gracias por tu gentil atención. Un abrazo y mis mejores deseos de música y Tuniña y demás, para éste año que llega y para todos los años.
Perdón, Trimbolera, que lo otro suena a tómbola.
EliminarPerdón otra vez, tengo unos despistes imperdonables. Es "este año" no "éste año"
EliminarMIS PENSAMIENTOS. MERCE CARDONA. Dice, agradezco tu paso por mi casa, el cuento es precioso y te engancha desde el principio. Besossssssssssssss
ResponderEliminarPues me alegro, Mercedes. Una escribe siempre sin sabe si lo que escribe llega a alguien y si merece la pena. Pero sois todos muy amables conmigo. Mis mejores deseos para siempre, siempre. Un abrazo.
EliminarQuerida amiga, te deseo un año lleno de felicidad y a ver si nos vemos.
ResponderEliminarUn abrazo de todos los que te queremos.
A ti también, a vosotros tres y a nuestros amigos rapsodas. Pues a ver si nos vemos, sería estupendo que organizarais algo por ahí, si es que podéis y tenéis ganas.
ResponderEliminarTe escucho en algunos blogs en los que estamos los dos, en el de La escriba, y en el de Antonio Capilla. Un mundo tan grande, y ya ves, si observas las participaciones, somos los mismos en todos lados.
Un abrazo, y ya sabéis, aquí sois siempre bienvenidos.
Ay... Aurora perdona, no sabía que habías publicado. Te felicito. La verdad es que has hecho muy bien porque ese logro personal es algo que no te quita nadie y te da muchísimas satisfacciones.
ResponderEliminarEnhorabuena querida amiga.
Besos grandes.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQuerida Luján, todo lo que he publicado aquí, está publicado en papel, son catorce los libros, entre poesía en gallego y en castellano, cuentos, un libro en gallego y el mismo traducido al portugués, en Portugal, con los cuentos que aparecen aquí en castellano,cuentos para niños, una antología y una novela en gallego. Y tengo otra novela en castellano en una editorial, a ver qué pasa con ella, que los tiempos están fatal. Además en libros colectivos y revistas, una en Chile. A tres poemas míos les han puesto música... Pero no creas, es todo muy modesto. He ganado un premio internacional de poesía y quedé finalista en dos, pero ya paso de eso, además, apenas escribo poesía.
ResponderEliminarEmpecé a escribir hace 12 años y he tenido mucha suerte.
De verdad,lo que hago yo lo puede hace cualquiera, aunque tengo que decir que nunca he pagado por publicar, pero si alguien lo hace, para mí está bien.
En cuanto a satisfacciones, pues te diré, desde luego alguna personal, sí, pero es un mundo como cualquier otro, con las mismas luces y las mismas sombras,pero me quedo con lo bueno porque escribo porque me gusta, pues dinero, poquito.
Bueno, princesa, perdona el rollito, si no me publican la novela, la iré publicado en un blog. Además tengo otro blog "Aventuras y desventuras de Bartolo y Telma" con dos trilogías de cuentos para niños que nadie quiso publicarme, de momento, así que éste es un buen medio. Los han leído los alumnos de mi hija y les encantaron.
Un abrazo, feliz Nochevieja y hasa siempre. Repito lo que te dije siempre: tu blog es exquisito, producto de un gusto refinado y con mucha personalidad.
Aurora:
ResponderEliminarAl ingresar al blog de "Internacional Microcuentista" di con tu comentario. De inmediato vino a mi mente el recuerdo de aquellos correos que cruzamos y tu experiencia en mi país, donde mencionaste a Carlos Penelas.
El tiempo pasó desde aquel 2008: gracias a ti compré un libro de ese poeta. Luego compré unos cuantos más, incluso sigo su blog. Fue una gran alegría al hallarte, pues guardo de ti un lindo recuerdo; tengo presente un poema tuyo que me llegó profundamente, que refería a lo desolado del paisaje, en el norte de España, donde quedó grabada esa sensación de viento frío y perenne...
Ahora finalicé de leer tu historia de Ausencia, que se da en un páramo -obvio-, un mágico relato donde alcancé a visualizar algunas pocas metáforas escondidas en el texto, que supongo son más y que serían la clave para una total interpretación de tu obra. Como podrás apreciar, soy un nuevo seguidor para tu blog, cuyo enlace en el mío posibilitará ser visto por todo aquel que lo desee.
De modo que con gran agrado aprovecho para enviarte un gran abrazo y desearte un muy Feliz Año Nuevo, que llegue pletórico de dicha, de salud, de paz y de prosperidad.
Hola, Arturo: me alegro mucho de "reencontrarte" y que sigas con tus actividades. Yo pasaré por tu blog nada más tenga un ratillo, aunque ya estuve echándole un vistazo.
EliminarPenelas me parece un poeta excelente, además estuvo aquí hace un año y fue muy grata su visita y una conferencia que tuvo la generosidad de impartirnos.
Yo también te deseo un 2013 estupendo, y qué todo te vaya bien y alcances tus metas. Un abrazo y hasta siempre.
Feliz 2013 amiga, cuídate mucho.
ResponderEliminarQuerida Sandra, mis más sinceros deseos de paz, amor y salud para el próximo año. Un abrazo.
EliminarEs un placer estar en tu blog, Aurora, prometo venir con más tiempo a deleitarme de tan buena lectura. Gracias a ti. Te deseo lo mejor para el Nuevo Año. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Isabel. Es un gusto tenerte por aquí. Yo te deseo también lo mejor, lo que tú valores más. Un abrazo.
EliminarQue pases un feliz fin de año, y que en el nuevo que llega
ResponderEliminarse cumplan todos tus deseos.
¡Feliz 2013!
un abrazo.
Muchas gracias, Ricardo. Para ti también, mis mejores deseos en todos los días que te toque vivir. Un abrazo.
Eliminar¡Hola Aurara!!!
ResponderEliminarMe ha encantado este relato -cuento que aunque es un poco largo, se lee y engancha.
He disfrutado un montón con Ausencia y su magia.
Gracias Aurora, por compartirlo con todos nosotros.
Te dejo un abrazo con mis mejores deseos.
¡¡¡Feliz 2013!!!
Muchas gracias Marina. Soy consciente de que es un poco largo para un blog, pero no lo quiero resumir porque fue escrito así.
ResponderEliminarMuchas gracias. Feliz año. Un abrazo.