Anochecer en La Antigua, mi aldea |
MEMORIA
Algunas madrugadas parece que la vida
late un instante sobre la tersura de un espejo
y el mar es un sueño sin nombre.
Dentro de mis ojos siento el atroz
silencio de la muerte
y quienes precedieron mi memoria
me miran desde su honda soledad, pero ellos
no lo saben. Son como luciérnagas
en mi mente.
Pero vuelve la luz a mi ventana
y me rescatan los recuerdos
de los amarillos y fugaces días del maíz.
Memoria entre la niebla y donde surge la mar a través de esa ventana que poco a poco se va abriendo en tus versos.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz domingo Aurora.
Muchas gracias, siempre tan gentil. Un abrazo desde Asturias.
Eliminar