domingo, 6 de mayo de 2012

Sara. Nevaba en París, Navidad de 2008

Un relato de Sara, mi nieta, cuando tenía catorce años.

Sueño de agosto.

Hacía viento, del que se lleva a los amores y a los veranos. Del que habla de tormentas que lloran. Viento que aúlla y se lamenta a lo lejos, volviendo grises las calles y despeinando los árboles, arrastrando los nidos más frágiles. Los pájaros, desde sus jaulas, silbaban nostálgicas canciones. Yo me agarraba fuerte el corazón para que el viento no lo asustara, lo arrancara, que no lo tiñera de colores grises.
Me desperté triste y con las manos sobre el pecho, agarrándolo fuerte, y salí al balcón a enseñarle a la tristeza que aun quedan niñas valientes.


 

7 comentarios:

  1. Aurora, dichosa la rama que al tronco sale. Tendremos que publicar algo de Sara en el blog.¿Que te parece...?

    Saludos para las dos.

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  2. Le preguntaré, Diego. Pero es muy suya. Y es una pena porque escribe muy bien. Gracias por tu oferta. Un abrazo.

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    1. Pués espero que acepte. Aunque al leer el comentario en el último... Parece que va ser que no.
      Una lástima. Lo que escribimos es para compartirlo. Es joven, pero puedes ir abriéndole caminos en su cabecita adolescente.

      Saludos amiga.

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    2. La niña tiene la cabeza bastante bien amueblada, pero es muy pudorosa y para ella escribir, al menos de momento, es el resultado de reflexiones, de impulsos... casi como nosotros. Yo no puedo, ni debo, hacer más que lo que ya hice. Y bien que lo siento, pero este tipo de decisiones son muy personales. Con lo que a mí me gusta que me lean... Pero...

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  3. ¡Qué nieta más guapa! Guapu´l relatu tamién.
    ¡Ai, la nieve de París!
    Un saludu.

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  4. Gracias, Miguel. Ya tiene 18 años, es mayor de edad jejeje. Y gracias por ocuparte en encontrar algo mío que, por cierto, ando por aquí como el ciego con el bastón, tropiezo en todos lados, soy de lo más inútil. Pero bueno, no hay nada que no se pueda aprender.
    Bicos a los tres, si seguís siendo tres y, sino, bicos a todos.

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  5. Mis decisiones son firmes, al igual que mis pasos.

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